domingo, 25 de marzo de 2012

En cuerpo y alma

Me compongo de cimientos débiles, osamentas grises, de músculo agarrotado.
Soy, en cambio, de tu tacto de seda, de tu casta enjuta, de tu puño apretado.

Me compongo de piel agrietada, de voces quedas, de gritos callados.
Soy, en cambio, de tu andar decidido, de tus silencios, de tu piel en verano.

Me compongo de miradas perdidas, de pulmones negros, de párpados cerrados.
Soy, en cambio, de tu mirar salvaje, de tus ojos abiertos, de tus párpados pintados.

Me compongo de pies de barro, de manos trémulas, de nervios crispados.
Soy, en cambio, de tus pies descalzos, del largo de tus piernas, del frío de tus manos.

Me compongo de columnas torcidas, de venas hinchadas, de espacios cerrados.
Soy, en cambio, de tu sangre hirviendo, de tu mente despierta, de tu mentón alzado.

Me compongo de puñal en estómago, de lágrima fácil, de corazón congelado.
Soy, en cambio, del cabalgar de tu risa, de mirarte el ombligo, de dormir abrazados.

Me compongo de mente sangrante, de labio mordido, de dientes mellados.
Soy, en cambio, de tu cuerpo desnudo, de tu espalda mojada, del color de tus labios.

Me compongo de heridas sin lamer, de cicatrices abiertas, de llagas saladas.
Soy, en cambio, de tus senos suaves, de tu sexo húmedo, de tu flujo de encanto.

Me compongo de noches oscuras, de parajes inhóspitos, de cables pelados.
Soy, en cambio, de tus sueños locos, de tu pelo suelto, de tu vello erizado.

Me compongo de gargantas secas, de carnes muertas, de vivir agachado.
Soy, en cambio, de tus hombros traviesos, de tu cuello esbelto, de vivir en tus brazos.

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