jueves, 12 de noviembre de 2009

Con letras mayúsculas

Se podría decir que somos dos bohemios.

Whisky y ginebra.

Los dos fumamos sin parar en las noches en las que los pensamientos

te dan patadas en la cabeza para que los centrifugues y los pongas a secar.
Él, tabaco de liar. Yo, Chester blando, de ese que se saca el cigarro por arriba,
como los Celtas que fumaba mi abuelo.
En el suelo, ceniza y raspas de uña.

Fotografía a un lado, poesía al otro.

Tocamos a barba por cara y a Ché por vena,

con Argentina en el horizonte y con ganas de gritar
Viva la Revolución! de nuestras vidas,
cámara y cuaderno en mano y 569 millones de sueños en los bolsillos.

Sueños llenos de polvo, de caminos de piedra, tal vez de hambre.

De caras sucias, manchadas de carbón, como nuestra sangre,
enjutas, curtidas, castigadas, pero nobles e inocentes.
Sueños llenos de ganas de descubrir un continente y dos interiores inquietos.
Refrendar un mismo espíritu.

Rabia, frustraciones, penas y alegrías, borracheras, locuras, risas y carcajadas.

Divagaciones interminables y soluciones para este país de pandereta y este mundo de locos.

Dos universos, dos burbujas independientes,
cuatro manos que se dejan la piel
intentando soltarse de los grilletes que las atan. Nos soltaremos.

Infancias felices, infancias unidas. Pase con la cabeza y gol.

Así de fácil y así de complicado.
La mejor dupla del patio del colegio. No había duda.

No nos parecemos físicamente. No hace falta.
Somos hermanos, tú y yo lo sabemos y con eso nos basta.
Hermanos, sí. De desigual cáracter, de diferente madre,

de distinta casa y cuna, pero hermanos, al fin.

Y con letras mayúsculas.

domingo, 25 de octubre de 2009

Noche de tormenta

Duermo mejor cuando la lluvia golpea la ventana.

Entonces y sólo entonces tengo sueños,

no pesadillas.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Nostalgia repentina

Rebusco entre un mar de papeles,
encuentro una ajada postal.
Habla de sueños rotos y frustraciones,
de heridas a las que echamos sal.

Tu nombre, al final de la hoja,
me hace recordarte, extrañarte...
como quien una flor deshoja,
desearía, casualmente, encontrarte.

Saldré a buscarte a ciegas,
con los ojos vendados como condena,
bajo un cielo plagado de estrellas,
para regresar a cuando todo valía la pena.

lunes, 1 de junio de 2009

Cordura transitoria

Dicen que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.

Nunca he creído en facilonas frases hechas ni en sobados tópicos.

Siempre he sabido lo que significabas, lo que eras.
Demasiado premio para tan mala jugada, para tan pésimo jugador.

La culpabilidad me clava otro cuchillo.

La herida se reabre. Más que nunca.

En esta ocasión no había escrito ningún epílogo, no había más finales abiertos.

Tan sólo una puerta cerrada con llave por dentro,
unas cuantas fotografías y un hasta nunca.

Te habías hecho de arena.

Notaba como te me escapabas entre los dedos en una décima de segundo.
Yo era un puño cerrado. Dientes apretados. Hostias en la almohada.

[...]

Mis brazos se han dormido de sujetar mi cabeza.

Ésta ya se ha cansado de cobijar mi hastío.
Mi corazón te busca, te persigue. Pregunta por ti.
Grita hasta desgañitarse: lucha por ella, sálvate.

Esta vez no actuaré como un predicador o como un charlatán.

No regalaré promesas al aire.
No seré la mala imitación de un fracasado poeta.

Esta vez no.

Antes, has de saber, antes de que comience a atentar contra ti

para arrebatarte un gesto, una mirada fugaz,
un café y un cigarro un martes cualquiera,
una breve conversación o una ligera sonrisa;
que eres mi causa.
Mi manual de instrucciones para mí mismo.
Una mano tendida al borde de mi abismo que me mantiene con vida.

Que tú para mí eres una ciudad entera.
Ésta ciudad, a la que deberían poner tu nombre
y así, situarte en los mapas del mundo entero.

viernes, 22 de mayo de 2009

Sin táctica ni estrategia

“Página en blanco. […] Yo me echaré una siesta,
ojalá me despiertes con algo original y sugestivo para que yo lo firme”.

De esta forma finaliza uno de los muchos y eternos ya, poemas del gran Mario Benedetti. Mario expresaba de este modo la naturalidad y espontaneidad con la que escribía, lo sencillo que le resultaba buscar la inspiración necesaria, encontrar la musa o el porqué de unos versos siempre mágicos. Así de fácil. Así de complicado.

Mario Benedetti falleció en su amado Uruguay natal tras varios años conviviendo con una enfermedad pulmonar y después de haber pasado y sufrido la muerte de su compañera, Luz, en 2006, enferma de alzheimer. La cuidó, regresó con ella y por ella a Uruguay en sus últimos días. Fue toda su vida. Sin ella consigo, comenzó a descuidar su aspecto, a perder las ganas de vivir, a morir.

Hoy, Mario, se está echando una de sus inspiradoras siestas. Una siesta infinita, porque no está muerto. Vivirá por siempre en quienes que le hayamos leído, o en quienes, fruto de su incapacidad poética propia, hayamos robado alguno de sus versos para intentar enamorar a una mujer o para encontrarse a uno mismo en desalentadoras y cabizbajas noches.

Benedetti deja atrás 88 años de una vida comprometida y dura. Una vida marcada por el exilio. Se fue de Uruguay cuando llegó la dictadura en 1973. Vivió en Argentina, de donde también tuvo que irse por motivos políticos, en Perú, donde fue perseguido y detenido, en Cuba, donde al fin halló la paz ideológica y en España. En sus últimos años vivió a caballo entre Palma de Mallorca y Uruguay. Sin embargo, todos sus caminos siempre le conducían a su ciudad, a Paso de los Toros. Fue un exiliado y un ‘desexiliado’, como él mismo dijo. Siempre necesitado de volver a su patria, al Uruguay que le vio nacer, al que hoy llora su pérdida, al que nunca volverá a ser el mismo sin su presencia, sin su poesía. “Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio” dijo en una ocasión Benedetti. Y su silencio, más ensordecedor si cabe. Deja un vacío.

Fue un hombre valiente, alegre por naturaleza, pesimista circunstancial, cotidiano. Solidario y comprometido con los que no tenían voz, con los oprimidos. Libre. Jamás escribió un solo verso en función de premios o halagos. Humilde. Insobornable.

El incansable poeta nos deja como legado más de 80 obras entre poesía, su género magistral, novela, cuentos o ensayos. Además de una obra autobiografía que el tiempo no le permitió terminar, titulada de forma provisional
“Biografía para encontrarme”.

Perdió esta última batalla. Pero perdemos más sus lectores que creíamos que su poesía, ya nuestra, le permitiría quedarse más tiempo. Se va y se lleva su táctica y su estrategia con él, para volver a susurrarla al oído de su Luz. Nos queda su obra donde siempre estará vivo.

Su muerte nos deja un poco más solos.

Y sin táctica ni estrategia a seguir.


Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Mario Benedetti




domingo, 17 de mayo de 2009

Balance de daños

El tiempo se para y quiero que corra.
La melancolía se abre paso a empujones
derribando las pocas ilusiones fugaces
que se mantenían en pie.

El sonido de las agujas del despertador
se clava en mi cabeza como puntas oxidadas.
Segundo tras segundo. Cigarro tras cigarro.

Voy dejando a mi paso campos sembrados de minas
con demasiadas víctimas a su alrededor.

Veo el olvido. Diviso la indiferencia.

Sigo siendo uno más. El mismo idealista triste y solitario.
Un cualquiera que habita en una frágil coraza
que por dentro se desmorona como la pintura de una pared vieja.

Reflexión.

Autodestrucción.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Llegaste. Ninguno se fijó en el otro. Dejaste tu halo. Volviste. Mis ojos se clavaron en tí para no olvidar los tuyos nunca. Tus labios, el sabor de tus besos, el olor de tu cuerpo. Tu sonrisa. Tu tacto. Te fuiste. Te vi marcharte. Dejaste ese dolor en mi pecho. Ese lío en mi cabeza. Quise perderme contigo. Irme lejos. Juntos. Desperté. Te busqué a través de la ventana. Tan sólo vi la lluvia caer. Un corazón que se abría más que nunca. Y esa ansiedad por verte, por no saber cuando te veré. Te esperé. No llegaste. Te esperaré.

viernes, 1 de mayo de 2009

Siento que soy libre, pero sé que no lo soy

Vivimos dentro de una vorágine de la que muy díficilmente podemos escapar. Nos encontramos dentro de una macroestructura donde ya están escritas las pautas a seguir, donde todos tenemos el mismo sueño de futuro. La sociedad actual basa su pilar fundamental en el jodido dinero. Es lo que perseguimos.

Ansíamos tener una carrera, conseguir un trabajo altamente remunerado, sin importarnos si aquello que tendremos que hacer todos los días de nuestra vida nos aporta un mínimo de bienestar interior,de alegría. Encontrar una mujer, casarse y comprarse un gran piso para estar pagándolo durante 50 años suelen ser las siguientes metas. Después vienen los hijos y el resto de tu vida se va convirtiendo poco a poco en un mero 'déjà vu'. Sentarnos delante del televisor hasta el hastío se convierte en nuestra principal actividad de ocio. Hablar de fútbol o criticar al gobierno son nuestras más profundas conversaciones. Y torrarse al sol en Torrevieja es nuestro verano ideal.

Espero poder apartar toda esa mierda que nos ahoga y convertir mi vida en algo distinto a una calcomanía de la de los demás. Yo no quiero sentarme cada día delante de un monitor de ordenador durante 8 horas, yo no quiero un piso de 4 habitaciones por el que correteen mis hijos alegramente rodeados de caprichos absurdos, yo no quiero que pasar el tiempo con la mujer a la que amo sea ver juntos en el sofá Gran Hermano o cualquier otra basura infumable y vomitiva de la televisión, yo no quiero viajar allá donde no pueda ver nada que me interese, allá donde lo único que reina son los restaurantes, hoteles y spas de lujo.

Cioran dijo: "Siento que soy libre, pero sé que no lo soy"

¿Podré conseguirlo o seré simplemente uno de tantos?