martes, 21 de diciembre de 2010

Tus acantilados

Trato de explicarte lo que mi vena más macarra,
mi vocación suicida y mi alma envalentonada
me han alentado a que haga apenas un instante ha.

Pretendo hacerte saber del tiempo y sus porqués,
en los que he deambulado haciendo caso omiso
a los tentadores dictados de mi espíritu kamikaze,
en los que mi mirada se asomaba cauta
desde el más vertical de tus acantilados,
sin acertar a dar el paso adelante definitivo
pese a antojarse éste inmediato.

Lograr que comprendas esta sensación de inmunidad al miedo
que se adueña de mi sino y me domina,
que me ha empujado sin remedio a dejar mi cuerpo
entregado totalmente a la inercia de la caída libre,
mientras en el descenso, me desprendo
del lastre de ansiedad que resta en mis raídos bolsillos.

Tan sólo precisaba que el todo que abajo me espera
dejase de disfrazarse de nada
y la bruma se disipase con mis dudas.

No reparo en las heridas que me cause
el violento choque contra las afiladas rocas,
no me importa golpearme con cada una de ellas
ni yacer, después, inerte y lacerado en el suelo.

Los motivos por los que me arrojé
permanecerán como lo más consciente,
lo más vivo y calmo que he encontrado
a lo largo del angosto y sinuoso sendero
que me ha traído hasta el acantilado
con el aire más puro y el horizonte más perfecto
que jamás he conocido, y ya, jamás conoceré.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Finales alternativos

Recojo del cielo todas tus miradas,
me alzas, me calmas, me atrapas.
Dos palabras permanecen calladas,
decidiendo entre atrevidas o asustadas.

Me enredo entre los hilos de tu vida,
me sumerjo en tus causas perdidas,
susurros, caricias, frases comedidas.
En ti, por siempre, poder tener cabida.

Convencerte las veces que precises,
enviarte impacientes cartas sin remite.
No darte tiempo para que recapacites,
conseguir que algún día me necesites.

Encontrarnos en universos rayanos,
donde en tus labios siga siendo verano.
Inventar finales aún no inventados,
jugárnoslo todo a una sola mano.

viernes, 15 de octubre de 2010

Sujeto a tu rumbo (Incertidumbre)

Cuando descifrar tus pensamientos es torturarme con mis dudas.
Cuando saber cuáles son significa el mayor desorden de las tuyas.
No sé si lo que necesito es saber o no saber, saltar o permanecer.
No sé cuál es la mejor opción, bajar la cabeza o la mirada mantener.

Cuando me hablas de un futuro incierto por causa de este presente.
Cuando por debajo de la mesa te digo lo que te diría claramente.
No sé si lo que siento es miedo o curiosidad o miedo a la oscuridad.
No sé si en la locura que dices que mueve el mundo podemos confiar.

Cuando las incertidumbres son lo único que hallar ciertamente reales.
Cuando tus ojos hipnóticos son sutiles caricias y profundos puñales.
No sé si caminar hacia ti me llevará hacia un nuevo e ignoto destino.
No sé si el destino conseguirá llevarme hasta la senda de tu camino.

miércoles, 21 de julio de 2010

Lejos

["Delirar es soñar y soñar, sentirse lejos"
Dulce Chacón, 'La voz dormida']

Sueños que son delirios.
Sueño que hoy es ayer
cuando me cogiste de la mano por primera vez
y sueño que también será mañana.

Deliro, lo sé, pero no digas nada,
tan sólo sigue mirándome y sonriendo,
tan sólo déjame soñar.

Déjame soñar que nuestros caminos
pueden seguir unidos
como nuestras manos ayer,
o mañana, no sé, ya te he dicho que deliro.

Déjame delirar mientras sueño
que volverás a buscarme como cada noche,
también esta noche,
a sabiendas de que ansío encontrarte.

Sueño lo irreal,
¿es eso delirar?,
tal vez, no sé,
pero me resisto a creer
que este nosotros efímero
lo sea tanto
y que, en realidad,
no seamos culpables
de la realidad,
o sí, no sé,
ya te he dicho que deliro,
ya te he dicho que te sueño.

sábado, 22 de mayo de 2010

Cuando duermo sin ti

A veces, en noches de insomnio como ésta,
espero que la puerta se abra y aparezcas sin más,
dejándome con un beso la boca empapada de tu alcohol,
y así, de una jodida vez, poder conciliar el sueño.

A veces, en noches de insomnio como ésta,
busco, impaciente, cualquier resquicio de ti
.

lunes, 22 de marzo de 2010

Mi guerrillera

Mis ojos marrones, son hoy, grises de tristeza,
mis ojos marrones goteras de tu dolor,
mis ojos marrones que hasta pierden la cabeza,
mis ojos marrones carentes de tu valor.

Tus ojos azules que me han visto crecer,
tus ojos azules de mirada endurecida,
tus ojos azules que no se dejan vencer,
tus ojos azules de la aurora de mi vida.

Tus ojos azules que han vivido mil batallas,
tus ojos azules de guerrillera sin tregua,
tus ojos azules vencedores de sus guerras.

Tus ojos azules de fortaleza admirable,
tus ojos azules de sonrisa alentadora,
tus ojos azules de madre inconmensurable.

lunes, 1 de marzo de 2010

Arrepentiemiento nocturno

Noche melancólica, gris
sin tu abrigo en mi perchero.
Me marchito, me ahogo,
trasnocho si no acaricio tu pelo.
Colilla a colilla rebosa el cenicero.

Maldigo mi ser, mi arrogancia,
mi orgullo y mi cobardía.
Añoro cada momento
de cada fotografía.

Sentado triste, borracho y cabizbajo
mi alma, con cristales clavados,
se desgarra tajo tras tajo.

Me enredé entre faldas,
me perdí en mil camas,
dejé escapar tu magia,
tu tacto, tu olor, tu mirada.

Huí de ti por miedo al fracaso,
por no ver tus lágrimas.
Me rendí, no creí,
puse a tu amor barricadas.

No pretendo que olvides
mis infinitos errores,
no pretendo que calles
ni que perdones.
Sé que he sido ruin,
incluso, despiadado,
que para ti estos versos
son solo papel mojado.

Mas caminaré hasta ti
aun por encima de fuego,
ahora quiero ser ladrón
para robarte mil besos.
Déjame ser tu almohada,
tu bufón, tu sosiego,
agárrate de mi mano
e imagina que juntos,
de nuevo, volamos lejos.

jueves, 18 de febrero de 2010

Se alquila

Cuando regresé, únicamente quedaba de ella
un ajado poemario que le había regalado algunos años atrás.

Nunca leyó ni un sólo verso.

La triste imagen del desamparado libro simbolizaba lo que allí habíamos vivido.

Una relación vacía. Llena de páginas que no leímos o no supimos leer.
Repleta de frustraciones y dudas.

Recogí mis pocas cosas tan rápido como pude.

No soportaba aquel torturador halo de recuerdos,
aquella opresiva atmósfera, aquel desconcertador frío que todo envolvía.

Eché un último vistazo al libro. Observé la dedicatoria que le había escrito.
Una mentira más de las tantas que nos habíamos arrojado.

Lo coloqué en el mismo lugar donde tanto tiempo había permanecido inmóvil.

Miré atrás. Cerré la puerta.

Esta vez para siempre.