jueves, 12 de noviembre de 2009

Con letras mayúsculas

Se podría decir que somos dos bohemios.

Whisky y ginebra.

Los dos fumamos sin parar en las noches en las que los pensamientos

te dan patadas en la cabeza para que los centrifugues y los pongas a secar.
Él, tabaco de liar. Yo, Chester blando, de ese que se saca el cigarro por arriba,
como los Celtas que fumaba mi abuelo.
En el suelo, ceniza y raspas de uña.

Fotografía a un lado, poesía al otro.

Tocamos a barba por cara y a Ché por vena,

con Argentina en el horizonte y con ganas de gritar
Viva la Revolución! de nuestras vidas,
cámara y cuaderno en mano y 569 millones de sueños en los bolsillos.

Sueños llenos de polvo, de caminos de piedra, tal vez de hambre.

De caras sucias, manchadas de carbón, como nuestra sangre,
enjutas, curtidas, castigadas, pero nobles e inocentes.
Sueños llenos de ganas de descubrir un continente y dos interiores inquietos.
Refrendar un mismo espíritu.

Rabia, frustraciones, penas y alegrías, borracheras, locuras, risas y carcajadas.

Divagaciones interminables y soluciones para este país de pandereta y este mundo de locos.

Dos universos, dos burbujas independientes,
cuatro manos que se dejan la piel
intentando soltarse de los grilletes que las atan. Nos soltaremos.

Infancias felices, infancias unidas. Pase con la cabeza y gol.

Así de fácil y así de complicado.
La mejor dupla del patio del colegio. No había duda.

No nos parecemos físicamente. No hace falta.
Somos hermanos, tú y yo lo sabemos y con eso nos basta.
Hermanos, sí. De desigual cáracter, de diferente madre,

de distinta casa y cuna, pero hermanos, al fin.

Y con letras mayúsculas.

2 comentarios: