domingo, 17 de mayo de 2009

Balance de daños

El tiempo se para y quiero que corra.
La melancolía se abre paso a empujones
derribando las pocas ilusiones fugaces
que se mantenían en pie.

El sonido de las agujas del despertador
se clava en mi cabeza como puntas oxidadas.
Segundo tras segundo. Cigarro tras cigarro.

Voy dejando a mi paso campos sembrados de minas
con demasiadas víctimas a su alrededor.

Veo el olvido. Diviso la indiferencia.

Sigo siendo uno más. El mismo idealista triste y solitario.
Un cualquiera que habita en una frágil coraza
que por dentro se desmorona como la pintura de una pared vieja.

Reflexión.

Autodestrucción.

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