viernes, 22 de mayo de 2009

Sin táctica ni estrategia

“Página en blanco. […] Yo me echaré una siesta,
ojalá me despiertes con algo original y sugestivo para que yo lo firme”.

De esta forma finaliza uno de los muchos y eternos ya, poemas del gran Mario Benedetti. Mario expresaba de este modo la naturalidad y espontaneidad con la que escribía, lo sencillo que le resultaba buscar la inspiración necesaria, encontrar la musa o el porqué de unos versos siempre mágicos. Así de fácil. Así de complicado.

Mario Benedetti falleció en su amado Uruguay natal tras varios años conviviendo con una enfermedad pulmonar y después de haber pasado y sufrido la muerte de su compañera, Luz, en 2006, enferma de alzheimer. La cuidó, regresó con ella y por ella a Uruguay en sus últimos días. Fue toda su vida. Sin ella consigo, comenzó a descuidar su aspecto, a perder las ganas de vivir, a morir.

Hoy, Mario, se está echando una de sus inspiradoras siestas. Una siesta infinita, porque no está muerto. Vivirá por siempre en quienes que le hayamos leído, o en quienes, fruto de su incapacidad poética propia, hayamos robado alguno de sus versos para intentar enamorar a una mujer o para encontrarse a uno mismo en desalentadoras y cabizbajas noches.

Benedetti deja atrás 88 años de una vida comprometida y dura. Una vida marcada por el exilio. Se fue de Uruguay cuando llegó la dictadura en 1973. Vivió en Argentina, de donde también tuvo que irse por motivos políticos, en Perú, donde fue perseguido y detenido, en Cuba, donde al fin halló la paz ideológica y en España. En sus últimos años vivió a caballo entre Palma de Mallorca y Uruguay. Sin embargo, todos sus caminos siempre le conducían a su ciudad, a Paso de los Toros. Fue un exiliado y un ‘desexiliado’, como él mismo dijo. Siempre necesitado de volver a su patria, al Uruguay que le vio nacer, al que hoy llora su pérdida, al que nunca volverá a ser el mismo sin su presencia, sin su poesía. “Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio” dijo en una ocasión Benedetti. Y su silencio, más ensordecedor si cabe. Deja un vacío.

Fue un hombre valiente, alegre por naturaleza, pesimista circunstancial, cotidiano. Solidario y comprometido con los que no tenían voz, con los oprimidos. Libre. Jamás escribió un solo verso en función de premios o halagos. Humilde. Insobornable.

El incansable poeta nos deja como legado más de 80 obras entre poesía, su género magistral, novela, cuentos o ensayos. Además de una obra autobiografía que el tiempo no le permitió terminar, titulada de forma provisional
“Biografía para encontrarme”.

Perdió esta última batalla. Pero perdemos más sus lectores que creíamos que su poesía, ya nuestra, le permitiría quedarse más tiempo. Se va y se lleva su táctica y su estrategia con él, para volver a susurrarla al oído de su Luz. Nos queda su obra donde siempre estará vivo.

Su muerte nos deja un poco más solos.

Y sin táctica ni estrategia a seguir.


Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Mario Benedetti




1 comentario: