"La única función del tiempo es consumirse: arde sin dejar cenizas."
Elsa Triolet
Mi porvenir emprende descalzo y resignado,
cada noche que se enciende tras los días apagados,
un viaje hacia la nada entre la niebla espesa
de un camino empedrado que se mueve en espiral
como el agua turbia de la charca seca de mis designios
cuando absorbida por el desagüe oxidado de los relojes sin cuerda
caía con gotas tristes de los lapsos de mis tiempos futuros
en los campos yermos de los sueños un día latentes y hoy oscuros.
Y quisiera huir de este presente
sobre los cristales de la ilusión rota,
saber construir paraguas al hastío
para caminar bajo esta lluvia que me ahoga,
partir del país de la apatía
por el puente de los días muertos y las horas marchitas,
presenciar cómo, cansada de la rutina, la rutina allí se suicida.
Mas nadie nunca ha oído
los gritos de auxilio del enterrado en vida.
viernes, 13 de mayo de 2011
viernes, 11 de marzo de 2011
La cárcel de tus ojos
Juzgado y condenado a cadena perpetua de tu mirada
por el tribunal de tus labios,
paso las noches y los días en esta celda de tus caderas
desde la que comienzo a distorsionar la realidad,
a convertirme en un demente
que mira a través de los barrotes de tus pestañas
incapaz de atinar a ver y creer
en cualquier atisbo de existencia
que vaya más allá de tus iris color libertad.
Solamente logro observar tus ojos,
tan grandes como dos oceános de hojas secas de otoño
que, tras un equinoccio de segundo,
comienzan a mezclar sus caudalosas aguas
convirtiéndose en un inmenso, brillante e indisoluble mundo único.
Sin embargo, apelaré al tribunal supremo de tu cuerpo
para que me absuelva de las cortinas de oscuridad
que mis párpados portan consigo
y que impiden que cumpla, obedientemente,
por el tribunal de tus labios,
paso las noches y los días en esta celda de tus caderas
desde la que comienzo a distorsionar la realidad,
a convertirme en un demente
que mira a través de los barrotes de tus pestañas
incapaz de atinar a ver y creer
en cualquier atisbo de existencia
que vaya más allá de tus iris color libertad.
Solamente logro observar tus ojos,
tan grandes como dos oceános de hojas secas de otoño
que, tras un equinoccio de segundo,
comienzan a mezclar sus caudalosas aguas
convirtiéndose en un inmenso, brillante e indisoluble mundo único.
Sin embargo, apelaré al tribunal supremo de tu cuerpo
para que me absuelva de las cortinas de oscuridad
que mis párpados portan consigo
y que impiden que cumpla, obedientemente,
la sentencia que destina a mi mirada a morir en vida,
presa en el calabozo del devenir de tus pupilas,
mientras las mías portan reflejos de tus espejos
y grilletes bordados con tu nombre por los hilos de tus besos.
presa en el calabozo del devenir de tus pupilas,
mientras las mías portan reflejos de tus espejos
y grilletes bordados con tu nombre por los hilos de tus besos.
miércoles, 16 de febrero de 2011
No se puede volar sin alas
Hay veces que mientras espero en los cruces de las calles mojadas,
en días lluviosos como hoy, a que el semáforo se ponga en verde,
me fijo en los charcos que se han formado a mi alrededor.
Hay veces que mientras lo hago, casi inconscientemente
y por, tan sólo, un pequeño instante,
dejo de ver mi rostro tergiversado en el agua turbia
y sólo veo el cielo gris que se refleja por encima de mí
y ese pájaro casual que lo cruza en solitario.
Su imagen, entonces, se clava en mi mente y lo envidio.
Anhelo poder batir mis alas en toda su extensión,
hacer saltar la arena del suelo formando una nube de polvo
cuando despego a volar para cruzar el inmenso cielo,
y después, saber ahuecarlas para amortiguar el aterrizaje
con la seguridad que me otorga mi fisionomia de esencias de libertad.
Sin rasguños, sin tropiezos, sin dudas.
Porque ésta es mi naturaleza.
Aquello que mejor sé hacer, que hago cada día.
Despegar decidido, volar libre y aterrizar seguro.
Porque éste soy yo.
Sin embargo, para mi desgracia, yo no soy ningún pájaro.
Si acaso, un avestruz que esconde la cabeza bajo tierra
cuando siente el miedo cercano y que ni tan siquiera,
goza del alivio de poder salir volando si así lo precisa.
Yo tan sólo puedo dejar volar mi mente
por encima de la aurora de mis rasos vuelos
alguna que otra escasa vez, como hoy
y por, tan sólo, un pequeño instante.
en días lluviosos como hoy, a que el semáforo se ponga en verde,
me fijo en los charcos que se han formado a mi alrededor.
Hay veces que mientras lo hago, casi inconscientemente
y por, tan sólo, un pequeño instante,
dejo de ver mi rostro tergiversado en el agua turbia
y sólo veo el cielo gris que se refleja por encima de mí
y ese pájaro casual que lo cruza en solitario.
Su imagen, entonces, se clava en mi mente y lo envidio.
Anhelo poder batir mis alas en toda su extensión,
hacer saltar la arena del suelo formando una nube de polvo
cuando despego a volar para cruzar el inmenso cielo,
y después, saber ahuecarlas para amortiguar el aterrizaje
con la seguridad que me otorga mi fisionomia de esencias de libertad.
Sin rasguños, sin tropiezos, sin dudas.
Porque ésta es mi naturaleza.
Aquello que mejor sé hacer, que hago cada día.
Despegar decidido, volar libre y aterrizar seguro.
Porque éste soy yo.
Sin embargo, para mi desgracia, yo no soy ningún pájaro.
Si acaso, un avestruz que esconde la cabeza bajo tierra
cuando siente el miedo cercano y que ni tan siquiera,
goza del alivio de poder salir volando si así lo precisa.
Yo tan sólo puedo dejar volar mi mente
por encima de la aurora de mis rasos vuelos
alguna que otra escasa vez, como hoy
y por, tan sólo, un pequeño instante.
martes, 21 de diciembre de 2010
Tus acantilados
Trato de explicarte lo que mi vena más macarra,
mi vocación suicida y mi alma envalentonada
me han alentado a que haga apenas un instante ha.
Pretendo hacerte saber del tiempo y sus porqués,
en los que he deambulado haciendo caso omiso
a los tentadores dictados de mi espíritu kamikaze,
en los que mi mirada se asomaba cauta
desde el más vertical de tus acantilados,
sin acertar a dar el paso adelante definitivo
pese a antojarse éste inmediato.
Lograr que comprendas esta sensación de inmunidad al miedo
que se adueña de mi sino y me domina,
que me ha empujado sin remedio a dejar mi cuerpo
entregado totalmente a la inercia de la caída libre,
mientras en el descenso, me desprendo
del lastre de ansiedad que resta en mis raídos bolsillos.
Tan sólo precisaba que el todo que abajo me espera
dejase de disfrazarse de nada
y la bruma se disipase con mis dudas.
No reparo en las heridas que me cause
el violento choque contra las afiladas rocas,
no me importa golpearme con cada una de ellas
ni yacer, después, inerte y lacerado en el suelo.
Los motivos por los que me arrojé
permanecerán como lo más consciente,
lo más vivo y calmo que he encontrado
a lo largo del angosto y sinuoso sendero
que me ha traído hasta el acantilado
con el aire más puro y el horizonte más perfecto
que jamás he conocido, y ya, jamás conoceré.
mi vocación suicida y mi alma envalentonada
me han alentado a que haga apenas un instante ha.
Pretendo hacerte saber del tiempo y sus porqués,
en los que he deambulado haciendo caso omiso
a los tentadores dictados de mi espíritu kamikaze,
en los que mi mirada se asomaba cauta
desde el más vertical de tus acantilados,
sin acertar a dar el paso adelante definitivo
pese a antojarse éste inmediato.
Lograr que comprendas esta sensación de inmunidad al miedo
que se adueña de mi sino y me domina,
que me ha empujado sin remedio a dejar mi cuerpo
entregado totalmente a la inercia de la caída libre,
mientras en el descenso, me desprendo
del lastre de ansiedad que resta en mis raídos bolsillos.
Tan sólo precisaba que el todo que abajo me espera
dejase de disfrazarse de nada
y la bruma se disipase con mis dudas.
No reparo en las heridas que me cause
el violento choque contra las afiladas rocas,
no me importa golpearme con cada una de ellas
ni yacer, después, inerte y lacerado en el suelo.
Los motivos por los que me arrojé
permanecerán como lo más consciente,
lo más vivo y calmo que he encontrado
a lo largo del angosto y sinuoso sendero
que me ha traído hasta el acantilado
con el aire más puro y el horizonte más perfecto
que jamás he conocido, y ya, jamás conoceré.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Finales alternativos
Recojo del cielo todas tus miradas,
me alzas, me calmas, me atrapas.
Dos palabras permanecen calladas,
decidiendo entre atrevidas o asustadas.
Me enredo entre los hilos de tu vida,
me sumerjo en tus causas perdidas,
susurros, caricias, frases comedidas.
En ti, por siempre, poder tener cabida.
Convencerte las veces que precises,
enviarte impacientes cartas sin remite.
No darte tiempo para que recapacites,
conseguir que algún día me necesites.
Encontrarnos en universos rayanos,
donde en tus labios siga siendo verano.
Inventar finales aún no inventados,
jugárnoslo todo a una sola mano.
me alzas, me calmas, me atrapas.
Dos palabras permanecen calladas,
decidiendo entre atrevidas o asustadas.
Me enredo entre los hilos de tu vida,
me sumerjo en tus causas perdidas,
susurros, caricias, frases comedidas.
En ti, por siempre, poder tener cabida.
Convencerte las veces que precises,
enviarte impacientes cartas sin remite.
No darte tiempo para que recapacites,
conseguir que algún día me necesites.
Encontrarnos en universos rayanos,
donde en tus labios siga siendo verano.
Inventar finales aún no inventados,
jugárnoslo todo a una sola mano.
viernes, 15 de octubre de 2010
Sujeto a tu rumbo (Incertidumbre)
Cuando descifrar tus pensamientos es torturarme con mis dudas.
Cuando saber cuáles son significa el mayor desorden de las tuyas.
No sé si lo que necesito es saber o no saber, saltar o permanecer.
No sé cuál es la mejor opción, bajar la cabeza o la mirada mantener.
Cuando me hablas de un futuro incierto por causa de este presente.
Cuando por debajo de la mesa te digo lo que te diría claramente.
No sé si lo que siento es miedo o curiosidad o miedo a la oscuridad.
No sé si en la locura que dices que mueve el mundo podemos confiar.
Cuando las incertidumbres son lo único que hallar ciertamente reales.
Cuando tus ojos hipnóticos son sutiles caricias y profundos puñales.
No sé si caminar hacia ti me llevará hacia un nuevo e ignoto destino.
No sé si el destino conseguirá llevarme hasta la senda de tu camino.
Cuando saber cuáles son significa el mayor desorden de las tuyas.
No sé si lo que necesito es saber o no saber, saltar o permanecer.
No sé cuál es la mejor opción, bajar la cabeza o la mirada mantener.
Cuando me hablas de un futuro incierto por causa de este presente.
Cuando por debajo de la mesa te digo lo que te diría claramente.
No sé si lo que siento es miedo o curiosidad o miedo a la oscuridad.
No sé si en la locura que dices que mueve el mundo podemos confiar.
Cuando las incertidumbres son lo único que hallar ciertamente reales.
Cuando tus ojos hipnóticos son sutiles caricias y profundos puñales.
No sé si caminar hacia ti me llevará hacia un nuevo e ignoto destino.
No sé si el destino conseguirá llevarme hasta la senda de tu camino.
miércoles, 21 de julio de 2010
Lejos
["Delirar es soñar y soñar, sentirse lejos"
Dulce Chacón, 'La voz dormida']
Sueños que son delirios.
Sueño que hoy es ayer
cuando me cogiste de la mano por primera vez
y sueño que también será mañana.
Deliro, lo sé, pero no digas nada,
tan sólo sigue mirándome y sonriendo,
tan sólo déjame soñar.
Déjame soñar que nuestros caminos
pueden seguir unidos
como nuestras manos ayer,
o mañana, no sé, ya te he dicho que deliro.
Déjame delirar mientras sueño
que volverás a buscarme como cada noche,
también esta noche,
a sabiendas de que ansío encontrarte.
Sueño lo irreal,
¿es eso delirar?,
tal vez, no sé,
pero me resisto a creer
que este nosotros efímero
lo sea tanto
y que, en realidad,
no seamos culpables
de la realidad,
o sí, no sé,
ya te he dicho que deliro,
ya te he dicho que te sueño.
Dulce Chacón, 'La voz dormida']
Sueños que son delirios.
Sueño que hoy es ayer
cuando me cogiste de la mano por primera vez
y sueño que también será mañana.
Deliro, lo sé, pero no digas nada,
tan sólo sigue mirándome y sonriendo,
tan sólo déjame soñar.
Déjame soñar que nuestros caminos
pueden seguir unidos
como nuestras manos ayer,
o mañana, no sé, ya te he dicho que deliro.
Déjame delirar mientras sueño
que volverás a buscarme como cada noche,
también esta noche,
a sabiendas de que ansío encontrarte.
Sueño lo irreal,
¿es eso delirar?,
tal vez, no sé,
pero me resisto a creer
que este nosotros efímero
lo sea tanto
y que, en realidad,
no seamos culpables
de la realidad,
o sí, no sé,
ya te he dicho que deliro,
ya te he dicho que te sueño.
sábado, 22 de mayo de 2010
Cuando duermo sin ti
A veces, en noches de insomnio como ésta,
espero que la puerta se abra y aparezcas sin más,
dejándome con un beso la boca empapada de tu alcohol,
y así, de una jodida vez, poder conciliar el sueño.
A veces, en noches de insomnio como ésta,
busco, impaciente, cualquier resquicio de ti.
espero que la puerta se abra y aparezcas sin más,
dejándome con un beso la boca empapada de tu alcohol,
y así, de una jodida vez, poder conciliar el sueño.
A veces, en noches de insomnio como ésta,
busco, impaciente, cualquier resquicio de ti.
lunes, 22 de marzo de 2010
Mi guerrillera
Mis ojos marrones, son hoy, grises de tristeza,
mis ojos marrones goteras de tu dolor,
mis ojos marrones que hasta pierden la cabeza,
mis ojos marrones carentes de tu valor.
Tus ojos azules que me han visto crecer,
tus ojos azules de mirada endurecida,
tus ojos azules que no se dejan vencer,
tus ojos azules de la aurora de mi vida.
Tus ojos azules que han vivido mil batallas,
tus ojos azules de guerrillera sin tregua,
tus ojos azules vencedores de sus guerras.
Tus ojos azules de fortaleza admirable,
tus ojos azules de sonrisa alentadora,
tus ojos azules de madre inconmensurable.
mis ojos marrones goteras de tu dolor,
mis ojos marrones que hasta pierden la cabeza,
mis ojos marrones carentes de tu valor.
Tus ojos azules que me han visto crecer,
tus ojos azules de mirada endurecida,
tus ojos azules que no se dejan vencer,
tus ojos azules de la aurora de mi vida.
Tus ojos azules que han vivido mil batallas,
tus ojos azules de guerrillera sin tregua,
tus ojos azules vencedores de sus guerras.
Tus ojos azules de fortaleza admirable,
tus ojos azules de sonrisa alentadora,
tus ojos azules de madre inconmensurable.
lunes, 1 de marzo de 2010
Arrepentiemiento nocturno
Noche melancólica, gris
sin tu abrigo en mi perchero.
Me marchito, me ahogo,
trasnocho si no acaricio tu pelo.
Colilla a colilla rebosa el cenicero.
Maldigo mi ser, mi arrogancia,
mi orgullo y mi cobardía.
Añoro cada momento
de cada fotografía.
Sentado triste, borracho y cabizbajo
mi alma, con cristales clavados,
se desgarra tajo tras tajo.
Me enredé entre faldas,
me perdí en mil camas,
dejé escapar tu magia,
tu tacto, tu olor, tu mirada.
Huí de ti por miedo al fracaso,
por no ver tus lágrimas.
Me rendí, no creí,
puse a tu amor barricadas.
No pretendo que olvides
mis infinitos errores,
no pretendo que calles
ni que perdones.
Sé que he sido ruin,
incluso, despiadado,
que para ti estos versos
son solo papel mojado.
Mas caminaré hasta ti
aun por encima de fuego,
ahora quiero ser ladrón
para robarte mil besos.
Déjame ser tu almohada,
tu bufón, tu sosiego,
agárrate de mi mano
e imagina que juntos,
de nuevo, volamos lejos.
sin tu abrigo en mi perchero.
Me marchito, me ahogo,
trasnocho si no acaricio tu pelo.
Colilla a colilla rebosa el cenicero.
Maldigo mi ser, mi arrogancia,
mi orgullo y mi cobardía.
Añoro cada momento
de cada fotografía.
Sentado triste, borracho y cabizbajo
mi alma, con cristales clavados,
se desgarra tajo tras tajo.
Me enredé entre faldas,
me perdí en mil camas,
dejé escapar tu magia,
tu tacto, tu olor, tu mirada.
Huí de ti por miedo al fracaso,
por no ver tus lágrimas.
Me rendí, no creí,
puse a tu amor barricadas.
No pretendo que olvides
mis infinitos errores,
no pretendo que calles
ni que perdones.
Sé que he sido ruin,
incluso, despiadado,
que para ti estos versos
son solo papel mojado.
Mas caminaré hasta ti
aun por encima de fuego,
ahora quiero ser ladrón
para robarte mil besos.
Déjame ser tu almohada,
tu bufón, tu sosiego,
agárrate de mi mano
e imagina que juntos,
de nuevo, volamos lejos.
jueves, 18 de febrero de 2010
Se alquila
Cuando regresé, únicamente quedaba de ella
un ajado poemario que le había regalado algunos años atrás.
Nunca leyó ni un sólo verso.
La triste imagen del desamparado libro simbolizaba lo que allí habíamos vivido.
Una relación vacía. Llena de páginas que no leímos o no supimos leer.
Repleta de frustraciones y dudas.
Recogí mis pocas cosas tan rápido como pude.
No soportaba aquel torturador halo de recuerdos,
aquella opresiva atmósfera, aquel desconcertador frío que todo envolvía.
Eché un último vistazo al libro. Observé la dedicatoria que le había escrito.
Una mentira más de las tantas que nos habíamos arrojado.
Lo coloqué en el mismo lugar donde tanto tiempo había permanecido inmóvil.
Miré atrás. Cerré la puerta.
Esta vez para siempre.
un ajado poemario que le había regalado algunos años atrás.
Nunca leyó ni un sólo verso.
La triste imagen del desamparado libro simbolizaba lo que allí habíamos vivido.
Una relación vacía. Llena de páginas que no leímos o no supimos leer.
Repleta de frustraciones y dudas.
Recogí mis pocas cosas tan rápido como pude.
No soportaba aquel torturador halo de recuerdos,
aquella opresiva atmósfera, aquel desconcertador frío que todo envolvía.
Eché un último vistazo al libro. Observé la dedicatoria que le había escrito.
Una mentira más de las tantas que nos habíamos arrojado.
Lo coloqué en el mismo lugar donde tanto tiempo había permanecido inmóvil.
Miré atrás. Cerré la puerta.
Esta vez para siempre.
jueves, 12 de noviembre de 2009
Con letras mayúsculas
Se podría decir que somos dos bohemios.
Whisky y ginebra.
Los dos fumamos sin parar en las noches en las que los pensamientos
te dan patadas en la cabeza para que los centrifugues y los pongas a secar.
Él, tabaco de liar. Yo, Chester blando, de ese que se saca el cigarro por arriba,
como los Celtas que fumaba mi abuelo.
En el suelo, ceniza y raspas de uña.
Fotografía a un lado, poesía al otro.
Tocamos a barba por cara y a Ché por vena,
con Argentina en el horizonte y con ganas de gritar
Viva la Revolución! de nuestras vidas,
cámara y cuaderno en mano y 569 millones de sueños en los bolsillos.
Sueños llenos de polvo, de caminos de piedra, tal vez de hambre.
De caras sucias, manchadas de carbón, como nuestra sangre,
enjutas, curtidas, castigadas, pero nobles e inocentes.
Sueños llenos de ganas de descubrir un continente y dos interiores inquietos.
Refrendar un mismo espíritu.
Rabia, frustraciones, penas y alegrías, borracheras, locuras, risas y carcajadas.
Divagaciones interminables y soluciones para este país de pandereta y este mundo de locos.
Dos universos, dos burbujas independientes,cuatro manos que se dejan la piel
intentando soltarse de los grilletes que las atan. Nos soltaremos.
Infancias felices, infancias unidas. Pase con la cabeza y gol.
Así de fácil y así de complicado.
La mejor dupla del patio del colegio. No había duda.
No nos parecemos físicamente. No hace falta.
Somos hermanos, tú y yo lo sabemos y con eso nos basta.
Hermanos, sí. De desigual cáracter, de diferente madre,
de distinta casa y cuna, pero hermanos, al fin.
Y con letras mayúsculas.
Whisky y ginebra.
Los dos fumamos sin parar en las noches en las que los pensamientos
te dan patadas en la cabeza para que los centrifugues y los pongas a secar.
Él, tabaco de liar. Yo, Chester blando, de ese que se saca el cigarro por arriba,
como los Celtas que fumaba mi abuelo.
En el suelo, ceniza y raspas de uña.
Fotografía a un lado, poesía al otro.
Tocamos a barba por cara y a Ché por vena,
con Argentina en el horizonte y con ganas de gritar
Viva la Revolución! de nuestras vidas,
cámara y cuaderno en mano y 569 millones de sueños en los bolsillos.
Sueños llenos de polvo, de caminos de piedra, tal vez de hambre.
De caras sucias, manchadas de carbón, como nuestra sangre,
enjutas, curtidas, castigadas, pero nobles e inocentes.
Sueños llenos de ganas de descubrir un continente y dos interiores inquietos.
Refrendar un mismo espíritu.
Rabia, frustraciones, penas y alegrías, borracheras, locuras, risas y carcajadas.
Divagaciones interminables y soluciones para este país de pandereta y este mundo de locos.
Dos universos, dos burbujas independientes,cuatro manos que se dejan la piel
intentando soltarse de los grilletes que las atan. Nos soltaremos.
Infancias felices, infancias unidas. Pase con la cabeza y gol.
Así de fácil y así de complicado.
La mejor dupla del patio del colegio. No había duda.
No nos parecemos físicamente. No hace falta.
Somos hermanos, tú y yo lo sabemos y con eso nos basta.
Hermanos, sí. De desigual cáracter, de diferente madre,
de distinta casa y cuna, pero hermanos, al fin.
Y con letras mayúsculas.
domingo, 25 de octubre de 2009
Noche de tormenta
Duermo mejor cuando la lluvia golpea la ventana.
Entonces y sólo entonces tengo sueños,
no pesadillas.
Entonces y sólo entonces tengo sueños,
no pesadillas.
miércoles, 14 de octubre de 2009
Nostalgia repentina
Rebusco entre un mar de papeles,
encuentro una ajada postal.
Habla de sueños rotos y frustraciones,
de heridas a las que echamos sal.
Tu nombre, al final de la hoja,
me hace recordarte, extrañarte...
como quien una flor deshoja,
desearía, casualmente, encontrarte.
Saldré a buscarte a ciegas,
con los ojos vendados como condena,
bajo un cielo plagado de estrellas,
para regresar a cuando todo valía la pena.
encuentro una ajada postal.
Habla de sueños rotos y frustraciones,
de heridas a las que echamos sal.
Tu nombre, al final de la hoja,
me hace recordarte, extrañarte...
como quien una flor deshoja,
desearía, casualmente, encontrarte.
Saldré a buscarte a ciegas,
con los ojos vendados como condena,
bajo un cielo plagado de estrellas,
para regresar a cuando todo valía la pena.
lunes, 1 de junio de 2009
Cordura transitoria
Dicen que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.
Nunca he creído en facilonas frases hechas ni en sobados tópicos.
Siempre he sabido lo que significabas, lo que eras.
Demasiado premio para tan mala jugada, para tan pésimo jugador.
La culpabilidad me clava otro cuchillo.
La herida se reabre. Más que nunca.
En esta ocasión no había escrito ningún epílogo, no había más finales abiertos.
Tan sólo una puerta cerrada con llave por dentro,
unas cuantas fotografías y un hasta nunca.
Te habías hecho de arena.
Notaba como te me escapabas entre los dedos en una décima de segundo.
Yo era un puño cerrado. Dientes apretados. Hostias en la almohada.
[...]
Mis brazos se han dormido de sujetar mi cabeza.
Ésta ya se ha cansado de cobijar mi hastío.
Mi corazón te busca, te persigue. Pregunta por ti.
Grita hasta desgañitarse: lucha por ella, sálvate.
Esta vez no actuaré como un predicador o como un charlatán.
No regalaré promesas al aire.
No seré la mala imitación de un fracasado poeta.
Esta vez no.
Antes, has de saber, antes de que comience a atentar contra ti
para arrebatarte un gesto, una mirada fugaz,
un café y un cigarro un martes cualquiera,
una breve conversación o una ligera sonrisa;
que eres mi causa.
Mi manual de instrucciones para mí mismo.
Una mano tendida al borde de mi abismo que me mantiene con vida.
Que tú para mí eres una ciudad entera.
Ésta ciudad, a la que deberían poner tu nombre
y así, situarte en los mapas del mundo entero.
Nunca he creído en facilonas frases hechas ni en sobados tópicos.
Siempre he sabido lo que significabas, lo que eras.
Demasiado premio para tan mala jugada, para tan pésimo jugador.
La culpabilidad me clava otro cuchillo.
La herida se reabre. Más que nunca.
En esta ocasión no había escrito ningún epílogo, no había más finales abiertos.
Tan sólo una puerta cerrada con llave por dentro,
unas cuantas fotografías y un hasta nunca.
Te habías hecho de arena.
Notaba como te me escapabas entre los dedos en una décima de segundo.
Yo era un puño cerrado. Dientes apretados. Hostias en la almohada.
[...]
Mis brazos se han dormido de sujetar mi cabeza.
Ésta ya se ha cansado de cobijar mi hastío.
Mi corazón te busca, te persigue. Pregunta por ti.
Grita hasta desgañitarse: lucha por ella, sálvate.
Esta vez no actuaré como un predicador o como un charlatán.
No regalaré promesas al aire.
No seré la mala imitación de un fracasado poeta.
Esta vez no.
Antes, has de saber, antes de que comience a atentar contra ti
para arrebatarte un gesto, una mirada fugaz,
un café y un cigarro un martes cualquiera,
una breve conversación o una ligera sonrisa;
que eres mi causa.
Mi manual de instrucciones para mí mismo.
Una mano tendida al borde de mi abismo que me mantiene con vida.
Que tú para mí eres una ciudad entera.
Ésta ciudad, a la que deberían poner tu nombre
y así, situarte en los mapas del mundo entero.
viernes, 22 de mayo de 2009
Sin táctica ni estrategia
“Página en blanco. […] Yo me echaré una siesta,
ojalá me despiertes con algo original y sugestivo para que yo lo firme”.
De esta forma finaliza uno de los muchos y eternos ya, poemas del gran Mario Benedetti. Mario expresaba de este modo la naturalidad y espontaneidad con la que escribía, lo sencillo que le resultaba buscar la inspiración necesaria, encontrar la musa o el porqué de unos versos siempre mágicos. Así de fácil. Así de complicado.
Mario Benedetti falleció en su amado Uruguay natal tras varios años conviviendo con una enfermedad pulmonar y después de haber pasado y sufrido la muerte de su compañera, Luz, en 2006, enferma de alzheimer. La cuidó, regresó con ella y por ella a Uruguay en sus últimos días. Fue toda su vida. Sin ella consigo, comenzó a descuidar su aspecto, a perder las ganas de vivir, a morir.
Hoy, Mario, se está echando una de sus inspiradoras siestas. Una siesta infinita, porque no está muerto. Vivirá por siempre en quienes que le hayamos leído, o en quienes, fruto de su incapacidad poética propia, hayamos robado alguno de sus versos para intentar enamorar a una mujer o para encontrarse a uno mismo en desalentadoras y cabizbajas noches.
Benedetti deja atrás 88 años de una vida comprometida y dura. Una vida marcada por el exilio. Se fue de Uruguay cuando llegó la dictadura en 1973. Vivió en Argentina, de donde también tuvo que irse por motivos políticos, en Perú, donde fue perseguido y detenido, en Cuba, donde al fin halló la paz ideológica y en España. En sus últimos años vivió a caballo entre Palma de Mallorca y Uruguay. Sin embargo, todos sus caminos siempre le conducían a su ciudad, a Paso de los Toros. Fue un exiliado y un ‘desexiliado’, como él mismo dijo. Siempre necesitado de volver a su patria, al Uruguay que le vio nacer, al que hoy llora su pérdida, al que nunca volverá a ser el mismo sin su presencia, sin su poesía. “Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio” dijo en una ocasión Benedetti. Y su silencio, más ensordecedor si cabe. Deja un vacío.
Fue un hombre valiente, alegre por naturaleza, pesimista circunstancial, cotidiano. Solidario y comprometido con los que no tenían voz, con los oprimidos. Libre. Jamás escribió un solo verso en función de premios o halagos. Humilde. Insobornable.
El incansable poeta nos deja como legado más de 80 obras entre poesía, su género magistral, novela, cuentos o ensayos. Además de una obra autobiografía que el tiempo no le permitió terminar, titulada de forma provisional “Biografía para encontrarme”.
Perdió esta última batalla. Pero perdemos más sus lectores que creíamos que su poesía, ya nuestra, le permitiría quedarse más tiempo. Se va y se lleva su táctica y su estrategia con él, para volver a susurrarla al oído de su Luz. Nos queda su obra donde siempre estará vivo.
Su muerte nos deja un poco más solos.
Y sin táctica ni estrategia a seguir.
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.
Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.
Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.
Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.
Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.
Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
Mario Benedetti
ojalá me despiertes con algo original y sugestivo para que yo lo firme”.
De esta forma finaliza uno de los muchos y eternos ya, poemas del gran Mario Benedetti. Mario expresaba de este modo la naturalidad y espontaneidad con la que escribía, lo sencillo que le resultaba buscar la inspiración necesaria, encontrar la musa o el porqué de unos versos siempre mágicos. Así de fácil. Así de complicado.
Mario Benedetti falleció en su amado Uruguay natal tras varios años conviviendo con una enfermedad pulmonar y después de haber pasado y sufrido la muerte de su compañera, Luz, en 2006, enferma de alzheimer. La cuidó, regresó con ella y por ella a Uruguay en sus últimos días. Fue toda su vida. Sin ella consigo, comenzó a descuidar su aspecto, a perder las ganas de vivir, a morir.
Hoy, Mario, se está echando una de sus inspiradoras siestas. Una siesta infinita, porque no está muerto. Vivirá por siempre en quienes que le hayamos leído, o en quienes, fruto de su incapacidad poética propia, hayamos robado alguno de sus versos para intentar enamorar a una mujer o para encontrarse a uno mismo en desalentadoras y cabizbajas noches.
Benedetti deja atrás 88 años de una vida comprometida y dura. Una vida marcada por el exilio. Se fue de Uruguay cuando llegó la dictadura en 1973. Vivió en Argentina, de donde también tuvo que irse por motivos políticos, en Perú, donde fue perseguido y detenido, en Cuba, donde al fin halló la paz ideológica y en España. En sus últimos años vivió a caballo entre Palma de Mallorca y Uruguay. Sin embargo, todos sus caminos siempre le conducían a su ciudad, a Paso de los Toros. Fue un exiliado y un ‘desexiliado’, como él mismo dijo. Siempre necesitado de volver a su patria, al Uruguay que le vio nacer, al que hoy llora su pérdida, al que nunca volverá a ser el mismo sin su presencia, sin su poesía. “Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio” dijo en una ocasión Benedetti. Y su silencio, más ensordecedor si cabe. Deja un vacío.
Fue un hombre valiente, alegre por naturaleza, pesimista circunstancial, cotidiano. Solidario y comprometido con los que no tenían voz, con los oprimidos. Libre. Jamás escribió un solo verso en función de premios o halagos. Humilde. Insobornable.
El incansable poeta nos deja como legado más de 80 obras entre poesía, su género magistral, novela, cuentos o ensayos. Además de una obra autobiografía que el tiempo no le permitió terminar, titulada de forma provisional “Biografía para encontrarme”.
Perdió esta última batalla. Pero perdemos más sus lectores que creíamos que su poesía, ya nuestra, le permitiría quedarse más tiempo. Se va y se lleva su táctica y su estrategia con él, para volver a susurrarla al oído de su Luz. Nos queda su obra donde siempre estará vivo.
Su muerte nos deja un poco más solos.
Y sin táctica ni estrategia a seguir.
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.
Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.
Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.
Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.
Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.
Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
Mario Benedetti
domingo, 17 de mayo de 2009
Balance de daños
El tiempo se para y quiero que corra.
La melancolía se abre paso a empujones
derribando las pocas ilusiones fugaces
que se mantenían en pie.
El sonido de las agujas del despertador
se clava en mi cabeza como puntas oxidadas.
Segundo tras segundo. Cigarro tras cigarro.
Voy dejando a mi paso campos sembrados de minas
con demasiadas víctimas a su alrededor.
Veo el olvido. Diviso la indiferencia.
Sigo siendo uno más. El mismo idealista triste y solitario.
Un cualquiera que habita en una frágil coraza
que por dentro se desmorona como la pintura de una pared vieja.
Reflexión.
Autodestrucción.
La melancolía se abre paso a empujones
derribando las pocas ilusiones fugaces
que se mantenían en pie.
El sonido de las agujas del despertador
se clava en mi cabeza como puntas oxidadas.
Segundo tras segundo. Cigarro tras cigarro.
Voy dejando a mi paso campos sembrados de minas
con demasiadas víctimas a su alrededor.
Veo el olvido. Diviso la indiferencia.
Sigo siendo uno más. El mismo idealista triste y solitario.
Un cualquiera que habita en una frágil coraza
que por dentro se desmorona como la pintura de una pared vieja.
Reflexión.
Autodestrucción.
miércoles, 13 de mayo de 2009
Tú
Llegaste. Ninguno se fijó en el otro. Dejaste tu halo.
Volviste. Mis ojos se clavaron en tí para no olvidar los tuyos nunca.
Tus labios, el sabor de tus besos, el olor de tu cuerpo.
Tu sonrisa. Tu tacto.
Te fuiste. Te vi marcharte. Dejaste ese dolor en mi pecho.
Ese lío en mi cabeza. Quise perderme contigo. Irme lejos. Juntos.
Desperté. Te busqué a través de la ventana. Tan sólo vi la lluvia caer.
Un corazón que se abría más que nunca.
Y esa ansiedad por verte, por no saber cuando te veré.
Te esperé. No llegaste.
Te esperaré.
viernes, 1 de mayo de 2009
Siento que soy libre, pero sé que no lo soy
Vivimos dentro de una vorágine de la que muy díficilmente podemos escapar. Nos encontramos dentro de una macroestructura donde ya están escritas las pautas a seguir, donde todos tenemos el mismo sueño de futuro. La sociedad actual basa su pilar fundamental en el jodido dinero. Es lo que perseguimos.
Ansíamos tener una carrera, conseguir un trabajo altamente remunerado, sin importarnos si aquello que tendremos que hacer todos los días de nuestra vida nos aporta un mínimo de bienestar interior,de alegría. Encontrar una mujer, casarse y comprarse un gran piso para estar pagándolo durante 50 años suelen ser las siguientes metas. Después vienen los hijos y el resto de tu vida se va convirtiendo poco a poco en un mero 'déjà vu'. Sentarnos delante del televisor hasta el hastío se convierte en nuestra principal actividad de ocio. Hablar de fútbol o criticar al gobierno son nuestras más profundas conversaciones. Y torrarse al sol en Torrevieja es nuestro verano ideal.
Espero poder apartar toda esa mierda que nos ahoga y convertir mi vida en algo distinto a una calcomanía de la de los demás. Yo no quiero sentarme cada día delante de un monitor de ordenador durante 8 horas, yo no quiero un piso de 4 habitaciones por el que correteen mis hijos alegramente rodeados de caprichos absurdos, yo no quiero que pasar el tiempo con la mujer a la que amo sea ver juntos en el sofá Gran Hermano o cualquier otra basura infumable y vomitiva de la televisión, yo no quiero viajar allá donde no pueda ver nada que me interese, allá donde lo único que reina son los restaurantes, hoteles y spas de lujo.
Cioran dijo: "Siento que soy libre, pero sé que no lo soy"
¿Podré conseguirlo o seré simplemente uno de tantos?
Ansíamos tener una carrera, conseguir un trabajo altamente remunerado, sin importarnos si aquello que tendremos que hacer todos los días de nuestra vida nos aporta un mínimo de bienestar interior,de alegría. Encontrar una mujer, casarse y comprarse un gran piso para estar pagándolo durante 50 años suelen ser las siguientes metas. Después vienen los hijos y el resto de tu vida se va convirtiendo poco a poco en un mero 'déjà vu'. Sentarnos delante del televisor hasta el hastío se convierte en nuestra principal actividad de ocio. Hablar de fútbol o criticar al gobierno son nuestras más profundas conversaciones. Y torrarse al sol en Torrevieja es nuestro verano ideal.
Espero poder apartar toda esa mierda que nos ahoga y convertir mi vida en algo distinto a una calcomanía de la de los demás. Yo no quiero sentarme cada día delante de un monitor de ordenador durante 8 horas, yo no quiero un piso de 4 habitaciones por el que correteen mis hijos alegramente rodeados de caprichos absurdos, yo no quiero que pasar el tiempo con la mujer a la que amo sea ver juntos en el sofá Gran Hermano o cualquier otra basura infumable y vomitiva de la televisión, yo no quiero viajar allá donde no pueda ver nada que me interese, allá donde lo único que reina son los restaurantes, hoteles y spas de lujo.
Cioran dijo: "Siento que soy libre, pero sé que no lo soy"
¿Podré conseguirlo o seré simplemente uno de tantos?
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